¿Qué es la hiperhidrosis?
La hiperhidrosis es un aumento de la sudoración de determinadas áreas del cuerpo, resultado de un incremento en la secreción de las glándulas sudoríparas.
Este aumento de la sudoración suele deberse a una hiperactividad de estas glándulas por una hiperestimulación nerviosa, motivada por situaciones que comportan tensión emocional o estrés, por la acción de sustancias farmacológicas o por motivos térmicos.
A pesar del control de la temperatura corporal ejercido por el hipotálamo que ocurre en situaciones normales, en la hiperhidrosis, las glándulas sudoríparas de las palmas de las manos, las plantas de los pies, las axilas y la región craneofacial se muestran especialmente sensibles a estímulos emocionales o térmicos, produciendo una sudoración más intensa para regular la temperatura y contrarrestar la súbida de temperatura.
Síntomas
La mayoría de las personas sudan cuando realizan ejercicios o se esfuerzan, cuando se encuentran en un ambiente caluroso, o cuando están ansiosas o en situaciones de estrés. La sudoración excesiva que se experimenta con la hiperhidrosis supera ampliamente la sudoración normal.
El tipo de hiperhidrosis que normalmente afecta manos, pies, axilas o cara se presenta al menos una vez por semana, durante el día. Y la sudoración generalmente se produce en ambos lados del cuerpo.
¿Cuáles son las causas de la hiperhidrosis?
Las causas de la hiperhidrosis pueden ser primarias o secundarias. La hiperhidrosis primaria suele ser más localizada o focal, y la causa es desconocida, aunque es evidente que existe una hiperactividad simpática y exceso de respuesta sudomotora. Hay situaciones de tensión y nervios que acentúan el cuadro. Muchos pacientes explican que se ponen nerviosos cuando detectan que rompen a sudar, por lo que se dispara y sudan más.
En cambio, la hiperhidrosis secundaria responde a situaciones clínicas subyacentes y suele tener un patrón corporal más generalizado: puede aparecer en diferentes momentos de la vida del paciente en relación a distintos hábitos, enfermedades o problemas (ejemplos: menopausia, ciertas drogas o medicamentos, problemas de tiroides, tumores, etc.).
Pruebas y exámenes
Los signos visibles de sudoración se pueden notar durante una visita al proveedor de atención médica. También se pueden utilizar pruebas para diagnosticar la sudoración excesiva, incluyendo:
Prueba de almidón y yodo — Se aplica una solución de yodo a la zona que presenta sudoración. Después de secarse, se esparce almidón sobre dicha zona. La combinación de yodo y almidón hace que cualquier parte que presente exceso de sudor cambie de color azul oscuro a negro.
Prueba del papel — Se coloca un papel especial en la zona afectada para absorber el sudor y después se pesa. Cuanto más peso tenga, mayor cantidad de sudor se habrá absorbido.
Pruebas de sangre — Estas pueden ordenarse si se sospecha de problemas en la glándula tiroides u otras afecciones.
Exámenes de diagnóstico por imágenes — Se pueden ordenar si se sospecha la presencia de un tumor.
También le pueden preguntar detalles sobre la sudoración, como:
Ubicación — ¿Se presenta en el rostro, palmas de las manos, o axilas, o en todo el cuerpo?
Patrón de tiempo — ¿Sucede en la noche? ¿Comienza súbitamente?
Desencadenantes — ¿La sudoración sucede cuando le recuerdan algo que lo molesta (como un evento traumático)?
Otros síntomas — Pérdida de peso, latidos cardíacos muy fuertes, manos pegajosas o frías, fiebre, pérdida del apetito.
La hiperhidrosis, ¿tiene solución?
Existen diversos tratamientos médicos y quirúrgicos para la hiperhidrosis dependiendo del grado de sudoración y la zona afectada.
Para casos de hiperhidrosis leve o moderada, se utilizan tratamientos tópicos como cremas, aerosoles o lociones. También pueden sumarse medicamentos por vía oral como anticolinérgicos o ansiolíticos que disminuyen la sudoración, aunque pueden provocar efectos secundarios molestos.
Para casos severos de hiperhidrosis se recurre a la toxina botulínica, una opción mínimamente invasiva que disminuye la sudoración en forma temporal (entre 4 y 6 meses). Al inhibir la producción de acetilcolina, se evita la estimulación de la glándula sudorípara.
El tratamiento con toxina botulínica consiste en inyectar pequeñas cantidades del producto en las zonas afectadas. Es un tratamiento efectivo, poco doloroso, que no requiere cuidados mínimos posteriores y no genera sudoración excesiva en otras partes del cuerpo.
Si la sudoración es sólo axilar puede realizarse una cirugía local en la zona que consiste en la resección de las glándulas sudoríparas de esta región. Al no requerir de anestesia general y efectuarse de forma ambulatoria, el proceso postoperatorio no es doloroso y posibilita una reinserción laboral rápida.
En caso que la sudoración se presente en varias zonas del cuerpo (por ejemplo, axilas y manos), es posible realizar una simpatectomía torácica endoscópica.
Esta intervención quirúrgica requiere de anestesia general y un día o dos de internación. Como efecto secundario puede producir sudoración compensatoria, la cual resulta bien tolerada por la mayoría de los pacientes.
Prevención
La aparición de la hiperhidrosis no puede prevenirse pero pueden llevarse a cabo algunas medidas para mejorar la afectación que produce sobre la calidad de vida de los afectados:
Usar prendas frescas que permitan la transpiración y preferiblemente de fibras sintéticas en vez de fibras naturales, pues repelen el sudor y mantiene la ropa seca.
Mantener la vivienda y el lugar de trabajo fresco y bien ventilado.
Evitar el consumo de alcohol, café, té, tabaco y alimentos picantes que puedan estimular la producción de sudor.
Reducir los efectos psicológicos relacionados con la sudoración, como el estrés, la tensión y la ansiedad.
Extremar la higiene corporal y utilizar productos desodorantes para reducir lo máximo posible el mal olor corporal.
Llevar encima una muda de ropa para poder cambiarse a lo largo del día en caso de necesidad.
Usar ácido bórico o polvos de talco para regular la sudación, especialmente en los pies.
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