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¿Qué es el herpes?

Existen diferentes tipos de virus, todos ellos de la familia llamada “herpes virus”, que causan varios tipos de enfermedades. Por ejemplo, el virus del herpes simple (VHS) causa el herpes simple (que puede ser oral y genital); el virus Epstein-Barr causa la mononucleosis; y el virus de la varicela zóster provoca la varicela y el herpes zóster. Cada uno de estos virus son distintos uno del otro.

¿Qué es el herpes zóster o culebrilla?

Tras sufrir la varicela, el virus varicela zóster (VVZ) se aloja en los ganglios, donde permanece latente, pero, en algunos casos –generalmente después de los 60 años de edad- puede reactivarse y producir el herpes zóster, también llamado culebrilla.

Se trata de una erupción dolorosa en la piel que, generalmente, afecta característicamente tan solo a un lado de la cara o a zonas del cuerpo como el tórax, las cervicales y la zona lumbar. En concreto, la erupción suele situarse en la misma zona donde la afectación de la varicela previa fue más intensa.  Posteriormente, este sarpullido forma rápidamente ampollas, que acaban desapareciendo al cabo de una o dos semanas.

¿Cómo se produce?

Cuando un niño o un adulto se contagia por primera vez por el virus varicela-zóster padece la varicela. Una vez pasada la infección el virus no desaparece del organismo, sino que permanece en él de forma inactiva en determinados ganglios del sistema nervioso durante toda la vida y en la mayor parte de los casos sin producir trastorno alguno a lo largo de ella.

Sin embargo, puede ocurrir que después de un tiempo más o menos largo, a veces muchos años tras la remisión de la varicela, el virus se reactive en el ganglio en el que permanecía  y se propague a través del nervio que parte del mismo, originando el proceso.

 

¿Cuáles son los síntomas del herpes zóster (culebrilla)?

El herpes zóster puede comenzar con dolor, hormigueo o picor en un área pequeña de la piel en un único lado de su cuerpo. A menudo, en el tórax o en el abdomen. Al cabo de unos días, los síntomas consisten en:

Ampollas pequeñas llenas de líquido en un área de su cuerpo

Zonas dolorosas que son sensibles al tacto

A veces, dolor de cabeza, fiebre y sensación de cansancio

El virus que causa la culebrilla también puede afectar la parte del nervio facial que va hacia el ojo y el oído. La infección puede causar dolor y ampollas alrededor del ojo y, a veces, afecta su visión. Si el oído se ve afectado, puede causar dolor y dificultad para oír. En ocasiones, la infección del nervio facial impide que los músculos de la cara se muevan.

 

Diagnóstico

 

Evaluación clínica

 

El herpes zóster se sospecha en pacientes con el exantema característico y a veces incluso antes de que aparezca el exantema si los pacientes tienen el dolor típico en el área de distribución de un dermatoma. El diagnóstico suele basarse en el exantema casi patognomómico.

Si el diagnóstico no es seguro, la detección de células gigantes multinucleadas en una prueba de Tzanck puede confirmar la infección, pero esta prueba es positiva tanto en la infección por herpes zóster como por herpes simple. El virus herpes simple (HSV) puede causar lesiones casi idénticas pero, a diferencia del herpes zóster, el HSV tienden a recidivar y no se mantiene dentro de un dermatoma. Los virus pueden diferenciarse mediante el cultivo o PCR (polymerase chain reaction). La detección de antígenos en material de biopsia puede ser útil.

 

¿Cuál es el pronóstico?

En niños suele ser un proceso benigno, pero en el caso de los adultos puede convertirse en una enfermedad muy debilitante, ya que puede provocar grandes dolores. En el 4% de los casos reaparece un segundo brote de herpes zóster y hasta en un 30% en el caso de infectados por VIH.

La aparición de un herpes zóster en la embarazada no supone ningún riesgo especial en el feto, aunque conviene no tratarlo con los antivirales destinados a este fin salvo en casos muy severos.

La afectación en niños menores de 2 años se cree que es consecuencia de un proceso de varicela de la madre durante el embarazo, es decir, infección intrauterina por el virus.

El paciente con herpes zóster suele contagiarse en la infancia. En este primer momento se desarrolla una enfermedad exantemática (con erupciones rojizas en la piel) que se conoce como varicela, y que constituye la forma inicial de infección del virus varicela-zóster. Después de que la varicela se haya resuelto, el virus queda latente durante años en los ganglios de los nervios dorsales del paciente. La reactivación de este virus, que estaba inactivado, es la causa del herpes zóster.

Los dos principales factores por los que el virus latente de la varicela brota y se manifiesta en forma de zóster son:

La alteración funcional de la inmunidad, siendo el ejemplo claro el envejecimiento, donde el funcionamiento de este sistema como de otros se va deteriorando. Existen casos en adultos jóvenes y sin otras enfermedades, pero con situaciones debilitantes (nutricionales, estrés…) donde puede aparecer, aunque es obligado el estudio para excluir otros procesos.

La alteración patológica del sistema inmune debido a medicación (corticoides, quimioterapia), tumores o infecciones como el VIH.

Igualmente, los niños que tuvieron varicela antes de cumplir el primer año de vida tienen más papeletas de sufrir este problema.

También se ha observado que algunos medicamentos, como algunos de los empleados en el tratamiento de patologías reumáticas como la artrosis podrían favorecer su aparición.

 

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