Impotencia sexual
La disfunción eréctil, en ocasiones mal llamada «impotencia», es la incapacidad repetida de alcanzar y mantener una erección suficientemente firme para mantener una relación sexual. El término «impotencia» también puede ser empleado para describir otros problemas que interfieren con las relaciones sexuales y la reproducción, como la falta de deseo sexual y problemas con la eyaculación y el orgasmo. El empleo del término disfunción eréctil permite excluir estos problemas.
Síntomas de la impotencia sexual
- Incapacidad de iniciar una erección
- Imposibilidad de mantener una erección durante el tiempo necesario para consolidar el acto sexual
- No poder mantener satisfactoriamente erecciones con otras personas distintas a la pareja
- Eyaculación precoz
- Ansiedad
- Frustración
- Culpabilidad
- Evitar el acto sexual
- Trastornos psicoafectivos
- La curvatura del pene (enfermedad de la peyronie)
- Dolor al empezar la erección
- Baja autoestima
- Problemas de pareja
- La insatisfacción
Causas de la impotencia sexual
Depresión
La depresión puede anular la capacidad de la persona para disfrutar de los placeres de la vida. No sólo afecta a su mente, también a su cuerpo, en ocasiones de forma inesperada. Como consecuencia, muchos hombres a los que se les ha diagnosticado depresión, sufren además otro problema: disfunción eréctil.
Los estudios demuestran que la probabilidad de que se produzca algún grado de disfunción eréctil en el hombre deprimido, oscila entre el 60% y el 90%, dependiendo de la gravedad de la depresión. Aunque superar la depresión puede ser una tarea lenta y difícil, la recuperación no tiene por qué verse complicada por los problemas de erección. Por este motivo, es fundamental que ambos componentes de la pareja estén bien informados sobre la disfunción eréctil, de forma que puedan tratarla si llega a producirse.
Por fortuna, la mayoría de los pacientes con depresión que padecen disfunción eréctil, encuentra un tratamiento efectivo, independientemente de que el origen de esta disfunción sea su patología o la medicación prescrita.
Tabaco y alcohol
El tabaco y el consumo excesivo de alcohol son dos hábitos nocivos que tienen efectos negativos sobre numerosos tejidos y funciones del organismo, entre los que se encuentra la respuesta sexual y más concretamente, la función eréctil.
Se ha observado un aumento en el número de casos de disfunción eréctil entre la población fumadora. El tabaco es un factor de riesgo cardiovascular y puede alterar también los niveles hormonales normales. Por su acción directa sobre los vasos sanguíneos y por facilitar el desarrollo de aterosclerosis, reduce el flujo sanguíneo en el pene, dificultando así el proceso de la erección.
La ingesta abusiva de bebidas alcohólicas provoca cambios en la respuesta sexual. Tanto el consumo crónico, como la ingesta aguda ocasional de alcohol, pueden producir trastornos en los mecanismos de la erección. El consumo crónico tiene efectos nocivos sobre el hígado, los testículos y la transmisión del impulso nervioso, por lo que es un factor de riesgo que se asocia en muchas ocasiones a la Disfunción Eréctil.
Trastornos emocionales
La ansiedad, el estrés, el exceso de trabajo o preocupaciones, son causas frecuentes de Disfunción Eréctil. Las situaciones de alerta o estrés hacen que los niveles de ciertas sustancias químicas como la adrenalina, no sean los adecuados para que suceda la vasodilatación de las arterias que irrigan el pene. De este modo, la afluencia de sangre se ve dificultada y se ve impedida la erección. Con frecuencia, suele haber problemas emocionales que pueden afectar tanto a la autoestima como a las relaciones del individuo y pueden perpetuar la disfunción eréctil.
Miedo de actuación y actitud del espectador: sea la causa de la disfunción eréctil orgánica o psicógena, siempre se establece lo que se denomina ansiedad de rendimiento y anticipación al fracaso. El hombre permanece demasiado atento a la respuesta eréctil, se autoobserva, no centrándose en las sensaciones eróticas agradables que influyen positivamente en la consecución de la erección. Esta situación, contrariamente a lo esperado, conduce a sucesivos fracasos erectivos. De esta forma se entra en una espiral fallo-miedo-fallo que suele ser difícil de superar por uno mismo. En estos casos, la ayuda temprana de un profesional puede ser determinante.
Hay una causa común en nuestra sociedad actual que es la “inactividad sexual”. Sin que exista ningún trastorno orgánico ni psicógeno, el individuo, por razones diversas, va distanciando progresivamente su actividad sexual, lo que va a afectar a las distintas fases de la respuesta sexual: deseo, excitación, orgasmo y satisfacción, causando frecuentemente anorgasmia femenina o impotencia masculina.
¿Cómo se diagnostica la disfunción sexual?
El diagnóstico de la impotencia requiere una historia clínica y una exploración completas, la valoración del tratamiento que tome el paciente y la realización de análisis de sangre con medición de prolactina y testosterona. Otras pruebas más complejas en general no son necesarias.
¿Qué produce la impotencia?
Aproximadamente el 70% de los casos con impotencia presentan alguna de estas enfermedades: diabetes, insuficiencia de los riñones, alcoholismo crónico, esclerosis múltiple, arteriosclerosis o enfermedades de las arterias. Entre el 35 y 50 por ciento de los varones diabéticos presentan impotencia. Las operaciones por cáncer de vejiga o próstata también pueden producir impotencia al lesionar los nervios erectores (nervios de la erección) que se encuentran inmediatamente por detrás de la próstata y de la vejiga. Los medicamentos que pueden producir impotencia son: antidepresivos, tranquilizantes, antiulcerosos (cimetidima, ranitidina, omeprazol), medicamentos para la tensión arterial, antialérgicos. Hasta 20% de los casos de impotencia pueden ser causados por factores psicológicos (stress, ansiedad, culpa, depresión, baja autoestima, miedo al fracaso sexual, etc). Otras causa de impotencia son el tabaco o las alteraciones hormonales.
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