¿Qué es el colesterol?
El colesterol es uno de los lípidos o grasas más importantes que se encuentran en nuestro cuerpo. Sirve, fundamentalmente, para la formación de las membranas de las células de nuestros órganos y como “materia prima” para la síntesis de hormonas sexuales y las de origen suprarrenal; también es precursor de los ácidos biliares, que son sustancias que forman parte de la bilis y que facilitan la digestión de los alimentos grasos.
¿Cuáles son sus causas?
En muchas ocasiones se trata de un problema genético, hereditario (lo que se denomina hipercolesterolemia poligénica). El colesterol de una persona esta controlado por una enorme cantidad de genes, todos ellos transmitidos de padres a hijos. Por ello es habitual que el colesterol de los hijos sea parecido al de los padres, ya sea alto o bajo. Esta tendencia familiar a tener el colesterol alto puede empeorar si se realiza una dieta rica en grasas, si se engorda o si se realiza poco ejercicio físico. Existen enfermedades genéticas específicas, producidas por una determinada mutación, que producen niveles muy elevados de colesterol, como la hipercolesterolemia familiar y la hiperlipemia combinada familiar. De forma menos frecuente el colesterol elevado se debe a la alimentación. Una alimentación muy rica en grasas de origen animal puede elevar el colesterol.
Otras enfermedades se asocian con elevaciones del colesterol como la obesidad o el hipotiroidismo, y algunos medicamentos pueden elevar moderadamente el colesterol, como algunas medicinas para orinar (diuréticos), los betabloqueantes, etc.
Tratamiento
La principal medida para reducir el colesterol alto es cambiar el estilo de vida; por ejemplo, empezar a hacer más ejercicio o comer de forma más saludable. Sin embargo, si ya has hecho estos cambios importantes en tu estilo de vida y los niveles de colesterol siguen siendo altos, el médico podría recomendarte que tomes medicamentos.
El hecho de que te recomiende un medicamento o una combinación de medicamentos depende de varios factores, como factores de riesgo personales, edad, salud y posibles efectos secundarios. Algunas opciones frecuentes son las siguientes:
Estatinas. Las estatinas bloquean una sustancia que necesita el hígado para producir colesterol. Esto provoca que el hígado elimine colesterol de la sangre. Las estatinas también pueden ayudar al cuerpo a reabsorber el colesterol de los depósitos que se forman en las paredes de las arterias, lo que puede llegar a revertir la enfermedad de las arterias coronarias.
Las posibles opciones comprenden atorvastatina (Lipitor), fluvastatina (Lescol XL), lovastatina (Altoprev), pitavastatina (Livalo), pravastatina (Pravachol), rosuvastatina (Crestor) y simvastatina (Zocor).
Resinas fijadoras de ácidos biliares. El hígado usa colesterol para fabricar ácidos biliares, una sustancia necesaria para digerir los alimentos. La colestiramina (Prevalite), el colesevelam (Welchol) y el colestipol (Colestid) ayudan a reducir el colesterol indirectamente al fijarse a los ácidos biliares. Esto provoca que el hígado use el colesterol excedente para fabricar más ácidos biliares, lo que reduce el nivel de colesterol en sangre.
Inhibidores de la absorción del colesterol. El intestino delgado absorbe el colesterol que ingieres con los alimentos y lo libera en el torrente sanguíneo. El medicamento ezetimiba (Zetia) ayuda a reducir el colesterol en sangre al limitar la absorción del colesterol dietario. La ezetimiba se puede usar con un medicamento con estatinas.
Medicamentos inyectables. Existe un tipo más nuevo de medicamentos, conocido como inhibidores de la PCSK9, que ayudan al hígado a absorber más colesterol LDL, lo que reduce la cantidad de colesterol que circula en la sangre. El alirocumab (Praluent) y el evolocumab (Repatha) se pueden usar para las personas con una enfermedad genética que provoca niveles muy altos de LDL o para las personas con antecedentes de enfermedad coronaria e intolerancia a las estatinas o a otros medicamentos para el colesterol.
¿Por qué es importante mantener un nivel adecuado de colesterol?
Cuando existe un exceso de colesterol circulante en la sangre, tiende a depositarse en la pared de las arterias, originando las denominadas “placas de ateroma”. Las placas de ateroma están constituidas, principalmente, por el colesterol allí almacenado, por células que fagocitan el colesterol: los macrófagos, y por células musculares, que acuden a estas lesiones donde sintetizan sustancias que fibrosan y hacen a las placas susceptibles de calificación.
Los niveles altos de colesterol en sangre perpetúan este proceso. Las placas van aumentando de tamaño, lo que contribuye a una mayor rigidez de los vasos sanguíneos y a una progresiva obstrucción de los mismos. En ocasiones, las placas se rompen, formándose trombos que potencialmente pueden ocluir total o parcialmente la arteria.
En el transcurso de estas rupturas y trombosis se pueden desprender émbolos que viajarían por el torrente circulatorio hasta impactar en arterias de menor calibre, impidiendo desde ese momento la irrigación del tejido que dependía de ellas.
Todos estos fenómenos originan una enfermedad denominada arteriosclerosis, responsable de diversos cuadros cardiovasculares que, dependiendo de la localización de las arterias afectadas, conocemos como cardiopatía isquémica: angina de pecho e infarto agudo de miocardio; accidentes cerebrovasculares: infartos y trombosis cerebrales; arteriopatía periférica: isquemia de los miembros inferiores; aneurismas aórticos e isquemia intestinal.
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